Wang Anxin entró en contacto con Morning Tearse hace seis meses. Una mañana, dos policías de servicio la llevaron desde la rual Pucheng hasta Xian. Le dijeron que esperase en la aldea de niños de Morning Tears hasta que volvieran del centro de la ciudad por la tarde. Dos días más tarde, le dijeron que este sería el lugar donde pasaría el resto de su infancia.
Ahora, Wan Anxin es “feliz”. Los cuidadores de Morning Tears estiman que tiene unos 7 años. Una escuela local aceptó escolarizarla por una matrícula razonable aunque no tiene documentos ni, por lo tanto, derechos. El director cree que sólo unas cuantas personas deberían conocer su procedencia. Wang Anxin sería condenada socialmente y muchos padres cambiarían a sus hijos de escuela. El profesor dice que es brillante, pero con regularidad pierde la concentración.
De forma monótona, Wang explica cómo su madre mató a su padre. Wang cree que su madre hizo lo correcto. Antes, su padre había matado a su hermana pequeña e intentó dos veces matar a Wang, tirándola también a un pozo del pueblo. Pegaba frecuentemene a la madre porque no había sido capaz de alumbrar un varón.
La madre de Wang no será ejecutada. El juez consideró que su acto fue en defensa propia. Lo que más gusta a Wang son sus amigos de la Aldea de los Niños y su cumpleaños. Emocionada, explica cómo el mes pasado los otros niños le cantaron y cómo comieron dulces juntos. Los cuidadores eligieron el 15 de agosto como día de su cumpleaños. Lo que a Wang no le gusta es el frío durante la noche y los lavabos en la Aldea de los Niños. El gobierno municipal decidió que no se podían usar más sistemas de calefacción por carbón en la ciudad para reducir la contaminación. Con mantas extra y durmiendo tres en una cama, los niños intentan combatir los menos 15 grados Celsius. El lavabo está al final del pasillo. Hace dos meses dejó de orinarse en la cama. Está orgullosa, pero no le gusta ir por la noche al baño porque tiene miedo de que los niños mayores le hagan lo que le hicieron a su amiga Chu.
Cuando se le pregunta si hay algo especial que le gustaría, sus ojos empiezan a brillar. “Ver a mi madre”, dice con voz temblorosa. En un mes, China celebrará el Festival de la Luna. Estamos negociando con la prisión para que permita a Wang Anxin visitar a su madre en esa fecha. Quizás pueda incluso sentarse en su regazo un rato.
Ahora, Wan Anxin es “feliz”. Los cuidadores de Morning Tears estiman que tiene unos 7 años. Una escuela local aceptó escolarizarla por una matrícula razonable aunque no tiene documentos ni, por lo tanto, derechos. El director cree que sólo unas cuantas personas deberían conocer su procedencia. Wang Anxin sería condenada socialmente y muchos padres cambiarían a sus hijos de escuela. El profesor dice que es brillante, pero con regularidad pierde la concentración.
De forma monótona, Wang explica cómo su madre mató a su padre. Wang cree que su madre hizo lo correcto. Antes, su padre había matado a su hermana pequeña e intentó dos veces matar a Wang, tirándola también a un pozo del pueblo. Pegaba frecuentemene a la madre porque no había sido capaz de alumbrar un varón.
La madre de Wang no será ejecutada. El juez consideró que su acto fue en defensa propia. Lo que más gusta a Wang son sus amigos de la Aldea de los Niños y su cumpleaños. Emocionada, explica cómo el mes pasado los otros niños le cantaron y cómo comieron dulces juntos. Los cuidadores eligieron el 15 de agosto como día de su cumpleaños. Lo que a Wang no le gusta es el frío durante la noche y los lavabos en la Aldea de los Niños. El gobierno municipal decidió que no se podían usar más sistemas de calefacción por carbón en la ciudad para reducir la contaminación. Con mantas extra y durmiendo tres en una cama, los niños intentan combatir los menos 15 grados Celsius. El lavabo está al final del pasillo. Hace dos meses dejó de orinarse en la cama. Está orgullosa, pero no le gusta ir por la noche al baño porque tiene miedo de que los niños mayores le hagan lo que le hicieron a su amiga Chu.
Cuando se le pregunta si hay algo especial que le gustaría, sus ojos empiezan a brillar. “Ver a mi madre”, dice con voz temblorosa. En un mes, China celebrará el Festival de la Luna. Estamos negociando con la prisión para que permita a Wang Anxin visitar a su madre en esa fecha. Quizás pueda incluso sentarse en su regazo un rato.
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